martes, 3 de junio de 2014

Introducción a mi libro Cuentos, antología personal, publicado por Pijao Editores en su colección Maestros Contemporáneos.

Detrás de mis Cuentos

Los seres humanos, cada uno en su momento, han vivido profundas crisis que los han llevado a responder de diversas maneras para desarrollar sus estrategias de supervivencia. Escribir es una de esas formas para lograr soportar los embates de la realidad. Y esta ha sido, en síntesis, parte de mi respuesta.
Es como si el escritor, al crear un universo imaginario, lograra dominar el universo real donde convive con la desgracia y al mismo tiempo con la alegría, con el odio y el amor, con la lealtad y la traición.
Por eso se dice que las obras reflejan el estado anímico del escritor, su estado íntimo, su manera de enfrentar cada paso hacia el éxito de vivir. En la medida de la constancia y la disciplina se logra ir dominando ese universo imaginario, esas mentiras que han de convertirse en las grandes verdades para los seres humanos que accedan a ese mundo ficticio, que ellos considerarán verdadero. El éxito del escritor está en que le crean sus ficciones y se apropien de ellas.
Pero, sobre todo, la disciplina para dominar las herramientas de creación, como el lenguaje. No importan, en realidad, los temas a través de los cuales se viertan los miedos y las esperanzas, sino la manera de abordarlos, el lenguaje a través del cual se van a comunicar y a visibilizar esos dramas y esos éxtasis que de otra manera serían desconocidos y a la postre inexistentes.
Por eso he escrito cuentos, pocos para el tiempo transcurrido, y por eso los reúno aquí como otra búsqueda y otro recuentro. Sin embargo, debo advertir que escribir cuentos para mí ha sido siempre una tarea sumamente difícil. Me falta capacidad de síntesis y me resulta engorroso escribir constreñido por el género.
A mi primer libro lo titulé “Los recuerdos sagrados” (1973), diez cuentos caracterizados por la unidad temática, anclados en la nostalgia de mi región natal y deseosos de testimoniar las secuelas del pavoroso período de la Violencia. Creo que lo logré. Algunos de ellos fueron mencionados en concursos nacionales del género.
Sobre este libro, “Los recuerdos sagrados”, escribió Elisa Mújica, escritora santandereana, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua: “El lenguaje con que se narran estas cosas se oye como pronunciado desde lejos, envuelto en nieblas, instrumento necesario pero desesperanzado, como a punto de extinguirse, como si la protesta fuera inútil. El trastrueque de tiempos y personas verbales no es aquí un truco sino algo necesario a la vida interior del relato, sobre todo en Los grandes juegos y El cadáver, dos de los mejores. La violencia que es el hilo que los une les confiere una cierta textura novelesca. Cada personaje conoce a los demás. Lo que sucede a uno pesa sobre los otros. Los dos últimos cuentos no transcurren en el pueblo. Los protagoniza en la ciudad un hijo o nieto de la violencia, que lucha por bajarse de su carro pero sin lograrlo”. (Lecturas Dominicales, El Tiempo, 1973)
En verdad escribí cuentos más por un ejercicio de escritura que por la convicción de tener la habilidad para la narración breve, aunque gran parte de mis novelas sean en verdad breves si se miran desde la óptica europea y norteamericana.
De hecho, algunas narraciones las empecé como cuentos y terminaron siendo novelas. Por ejemplo, dos cuentos dan origen a sendas novelas: “El cadáver”, es la base de la novela del mismo nombre, y “Todo empezó con el hastío”, es el germen de “A ritmo de hombre”, ambos publicados en mi primer libro. De esta primera aparición he seleccionado cuatro para hacer parte de la presente publicación.
También pienso que mi ejercicio y desarrollo en la novela (porque primero escribí novelas que cuentos), influyó para que en mis libros de cuento se palpe siempre una unidad temática. Por eso he pensado que un libro de cuentos siempre debe tener esa unidad y quizá por eso mi segundo volumen, “Cuentos con la Mona Cha” (1999) gira alrededor del mismo personaje central.
Son narraciones que escribí con base en las experiencias que me contara mi entonces astróloga de cabecera. Algunas de sus entrevistas diarias fueron la materia prima de mis cuentos. En su primera edición (1999) en libro contiene siete cuentos, ocho en la segunda (2004) y nueve en la definitiva (2007) y una diferencia de veintiséis años entre mi primer libro y esta otra experiencia literaria. Aún no sé por qué el libro fue creciendo en esos ocho años, como si estuviera vivo. De todas formas, sólo cinco han pasado a integrar mis “Antología personal”.
Sobre mi segundo libro, “Cuentos con la Mona Cha”, comentó el escritor y crítico Jesús Alberto Sepúlveda: “Son ochenta páginas para contar cuentos de pareja con una visión tan particular como elemental de lo que transcurre a diario en el corazón inquieto de los hombres; libre de concesiones retóricas o poses eruditas, con ese lenguaje de la cotidianidad que nos convierte en lectores y en protagonistas de las mismas historias en un coro a dos voces que de pronto es la voz de todos nosotros. Son relatos recogidos y armados en cualquier calle de la avenida Jiménez de Bogotá o en un edificio del barrio Belén de Ibagué en una noche de aguacero y apagón, en un asadero de pollos donde se presume la muerte en la presencia inesperada de un hombre extraño que aparece como un fantasma; en un apartamento de escritores amigos entre tragos de whisky y conversaciones literarias; en los angostos e iluminados pasillos de un hospital donde se juega con el dolor y la pesadilla; o en un consultorio donde la Mona Cha lee los designios de los días por venir en las cartas premonitorias dibujadas con las estrellas del zodiaco. Otro libro en la ya extensa cuenta de Benhur Sánchez Suárez para enriquecer desde sus historias nuestra narrativa, la cotidianidad”. (Tolima 7 Días, Ibagué, martes 23 de julio de 2004, p. 20)
A mi tercer libro lo titulé “Historia de los malos tiempos” (2012), y en él reúno una serie de narraciones publicadas en diversos medios literarios, como revistas, suplementos literarios y portales de Internet, así como antologías nacionales y extranjeras.
Abarca el período transcurrido entre la publicación de mi primer libro y el segundo, algunos de antes del primero. Sólo el cuento que da título al libro es nuevo. De este libro siete cuentos hacen parte de la presente selección y, paradójicamente, son el aporte mayor en comparación con los otros.
En realidad la publicación de esos cuentos en el tercer libro no me gustó para nada porque, si bien es un rescate de los que habían quedado perdidos, cada uno con su valor intrínseco y de contexto, tienen diversa calidad narrativa por las diferentes épocas en que fueron escritos y antes que mostrar una evolución positiva, dejan la impresión en el lector de una calidad dispar y en entredicho.
Quizás este hecho compruebe por qué mi producción cuentística sea bien escasa aunque la selección que he hecho para este volumen puede ofrecer al lector un resultado mucho más interesante que el intento de rescatar para gomosos y estudiosos del género unas narraciones breves de un escritor predispuesto a las narraciones de largo aliento.
Dejo a mis lectores, por decirlo de alguna forma, el veredicto final.
Altos de Piedrapintada, Ibagué, 2014